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Una pasión; más incluso: una vocación nacida en la campiña que en Italia se extiende entre Mantua y Verona (Antonio nació, en efecto, en Monratica di Bonferraro en 1888) y desarrollada en Milán.
Corría el año 1919. En una Italia todavía sangrante a consecuencia de la primera guerra mundial, se reanudaron las competiciones. El 5 de Octubre, unos millares de personas bordeaban las rampas que conducen de Parma a Poggio di Berceto. Asistían, sin saberlo, al victorioso debut de Antonio Ascari, quien, partiendo de Parma casi como un desconocido, llegó a Berceto convertido en casi un campeón. En efecto, al volante de un mastodóntico Fiat al que nadie osaría llamar automóvil, batió el record de la cuesta y desbancó en la clasificación a los hombres con quienes el destino le había enfrentado: Enzo Ferrari, que conducía un CMN, y Giuseppe Campari, que pilotaba un Alfa 40/60 CV.
Una carrera en cuesta, en la actualidad sería una noticia de interés meramentre local. Pero el 6 de Octubre de 1919, el resultado de Bercetto era importante y el nombre de Antonio Ascari apareció en la primera plana de muchos rotativos. Y al igual como entonces, aprovecharemos la circunstancia para trazar un perfil, tanto humano como deportivo, sondeando brevemente en su pasado. Digamos que tenía nueve hermanos, que nació en Bonferraro el 15 de Septiembre de 1888, a pocos kilómetros de la casa natal de Tazio Nuvolari y cuatro años antes que éste. Y agreguemos que llevó a cabo un duro aprendizaje, primero en el campo como mecánico de las enormes y todavía misteriosas máquinas que estaban abriendo el camino de la mecanización a la agricultura italiana, y después en América del Sur (Brasil), siempre ligado a los nuevos sistemas de locomoción. Casi podría decirse, leyendo el futuro, que estaba predestinado para formar parte del nuevo automovilismo.
1921 Parma-Poggio di Berceto triunfo en su categoría.
Sin embargo, la consolidación definitiva tardó en llegar. Debido a una serie increíble de circunstancias, el Antonio Ascari piloto, superdotado de principio a final, no se manifestó en numerosas carreras, obtuvo pocas victorias, pero sensacionales, y se convirtió además en el blanco de la mala suerte que no tiene apenas parangón en la historia del automovilismo. Si quisiéramos poner ejemplos similares, cabe citar a Dan Gurney o a Chris Amon.
En el año 1919 - que le había proporcionado tan sólo otra victoria, en la Copa della Consuma, le reservaba asimismo su primera experiencia angustiosa con un coche que, fuera de control, se salió de la pista. Era en Noviembre, se corría la Targa Florio...¡con nieve en el circuito! , Ascari, el favorito entre los italianos, acudió con un Fiat Grand Prix provisto de frenos delanteros: una audacia técnica. Antonio partió como un rayo. Pero a cabo de pocos kilómetros, un tremendo patinazo, precisamente sobre la nieve, le hizo salirse de la carretera. Le recogieron con el hueso iliaco derecho roto y con varias fracturas. En la cama del hospital de Palermo, cuyos médicos le aseguraban una curación completa, sólo tenía una idea en su mente. O más bien, dos: creía haber causado poca o mala impresión en los otros pilotos (especialmente en Thomas, al que había distanciado por 3mm en 31 kms de carrera) y maldecía, además, a los dichosos frenos delanteros causantes, según él, del accidente.
La Traga Florio se le metió entre ceja y ceja. La perseguía vanamente y se convirtió en su obsesión. En 1921 volvió a encontrarse en Cerda, faltaban pocos minutos para la salida. Ascari formaba parte del equipo Alfa Romeo y sus compañeros le esperaban con ansiedad creciente. Había dicho que deseaba ser el último en llegar a la salida, un poco por superstición, pero los minutos pasaban y Ascari no aparecía. Finalmente, el ingeniero jefe Rimini salió corriendo, llegó a una curva y se encontró a Ascari con su casco puesto y la cara cubierta de tierra.
"Es mi mala suerte", le dijo; el engranaje de uno de los árboles de levas se ha roto. No tiene solución, haré de espectador." Al final después de un duelo épico entre Masetti, Campari y Sailer, haría un simple comentario: "Prefiero mil veces correr que presenciar una carrera".
En 1922 Alfa dispuso de una máquina competitiva, el RL 6 cilindros, pero no suficientemente experimentada. Para no pillarse los dedos y tener a la vez un mínimo de probabilidades. Antonio Ascari optó por pilotar otro modelo: el ES sport 20/30 CV, un vehículo de turismo o, como máximo, de Gran Turismo. Y se enfrentó con él a los biplazas Gran premio de Masetti, Foresti, Goux (el "bigotudo" más popular de los circuitos en los años veinte), ...realizó una carrera magnífica...y desafortunada. En las últimas etapas de la misma, cuando la posibilidad de una victoria absoluta parecía clara y cercana, los neumáticos cedieron. Una, dos, tres veces, no se sabe con exactitud, tan sólo que Ramponi, su mecánico y acompañante de confianza, el hombre capaz de hacer cuanto Ascari le pidiera, se prestaba a actuar como "gato" humano en el desesperado intento de levantar al mastodonte que yacía cojo sobre el polvoriento circuito de las Madonias. Y lo consiguió. El vehículo fue levantado y la rueda cambiada por enésima vez. Pero la victoria se les escapó definitivamente de las manos.
Al cruzar la meta, los cronometradores comentaban: primero de su categoría, cuarto en la general. En este momento, incluso los lisonjeros comentarios de la prensa italiana tenían tan sólo el sabor de un azucarillo.
Y fue en la Targa Florio donde, a petición suya, se pinta por primera vez en el capó de su coche el trébol de cuatro hojas como amuleto. Ascari acabaría ganando en su categoría y firmando un excelente cuarto puesto absoluto. El emblema del "cuadrifoglio" pasó a ser desde entonces símbolo de Alfa Corse en todas sus presentaciones.
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Me gusta mucho tu blog Darkyman ;)
ResponderEliminarSaludos!
Muchas gracias mi amigo, un gusto verte por aquí. Tiene el honor de ser el primer seguidor de Museo F-1 GP. :)
ResponderEliminarNos vemos.