Eliseo Salazar: "Sin miedo al fracaso" (Parte 12 - AMLS / GP Masters / Rally)

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De vuelta a casa.


Como las ofertas para el 2001 no llegaron, Eliseo optó por la segunda opción, emigrar a la serie American Le Mans, que antes era conocida como IMSA. Sumando así otra categoría a su palmarés de participaciones. Eliseo debe ser uno de los pilotos en que más categorías ha participado, aunque ignoro si existirá algún registro oficial sobre esta materia a nivel mundial.

El primer anunció de Salazar fue que correría por la escudería Panoz, cuyo dueño era Donald Panoz, a su vez también propietario de la categoría. Cuando parecía estar todo listo, Panoz dejó de ser el dueño de la serie y entregó su equipo a John McLoughlin, quien sufrió un infarto cerebral antes del inicio de la temporada, sin poder confirmar a Salazar como parte del equipo. No quedó más que mirar hacia las series menores de la AMLS, las de autos de Turismo, fichando por el equipo The Racer's Group para conducir un Porsche 911 GTR3 RS en la primera carrera del año. Para la segunda carrera condujo un Ferrari 360 Modena, finalizando octavo en Atlanta junto a Stephane Gregoire para el equipo francés JMB Racing. Su mejor resultado lo consiguió en Miami donde llegó quinto. En la clasificación anual figuraría 24º con 21 puntos.

Sería su última temporada en el extranjero, de vuelta a Chile se integró al Campeonato Nacional de Rally en el equipo Hyundai hasta el año 2006, año en que también fue invitado a participar de la serie GP Masters con pilotos como Mansell o Fittipaldi. En el 2007 y 2008 defendió al Team Rosselot y al ING Rally Team. Para el 2009 se propuso un nuevo desafío, correr el Dakar, que se realizó por vez primera en rutas de Argentina y Chile. El chileno arribó 3º en lacategoría FIA T3 (destinada para autos prototipos con motor standar), y 85º en la general de autos.

Eliseo Salazar ya supera los 50 años y más de 35 de carrera deportiva, personaje que no ha pasado inadvertido en el medio nacional. Amado y odiado, valorado y críticado. Aún compite en el campeonato chileno de Rally, además se desempeña como manager de jóvenes valores del automovilismo nacional y ya piensa en el Dakar 2010.

Puede que no haya sido el mejor piloto del mundo, y en ningún caso el peor. Personalmente si Salazar no hubiese llegado a la Fórmula Uno, no estaría yo escribiendo sobre él tal vez, ni menos sobre autos.

W. Araya C.
Fotos: El Mercurio y La Tercera


Valga esta columna del periodista Edgardo Marín para finalizar de manera justa este homenaje a Eliseo Salazar.



Las otras carreras

Estabamos precisamente preparando la transmisión de la carrera para Chilevisión cuando supimos del accidente. De entrada no lo creí. Talvez un malentendido. Quizás una broma perversa. O alguno que exageró las consecuencias de un choque menor. Pero era tal como se decía. Tan grave como eso. Peor que los accidentes anteriores, aunque menos espectacular.

Horas más tarde había que seguir haciendo un esfuerzo para seguir creyendo, aunque uno estuviera viendo y aunque estuviera escuchando. Porque desde la cama de un hospital, saliendo de las primeras operaciones, Eliseo Salazar hablaba de las suspensión, del auto que se iba de cola, del choque, de su incertidumbre respecto a seguir o no con la escudería...

Volvimos a ver a Eliseo instalado más allá del dolor y de los estados de ánimo, sin cubrirse con los tejidos de la mala suerte ni endosándole la responsabilidad de su estado a ningún tercero. ¿Sabe que es lo primero que yo valoro en Eliseo Salazar? Que sabe lo que quiere. No crea usted que son muchos los que lo saben. Son pocos. La gente sería menos desdichada si lo supiera, porque así sabría hacia dónde ir sin andarse dando las vueltas por la vida. Y las negociaciones serían menos complejas si los negociadores supieran verdaderamente lo que quieren. Y las relaciones serían más claras. Eliseo lo ha sabido siempre.

Estaba muy joven cuando se metió con los fierros y todavía lo era cuando encaró la soledad para ir a hacerse campeón a tierra extraña. No lo escuchamos llorar entonces. No nos llegaron llantos desde Argentina, ni más tarde desde Europa. Ni quejas ni reclamos. En lugar de gastar tiempo y energía en conmover a la opinión pública respecto a sus necesidades - tan común en muchos de nuestros deportistas internacionales - Salazar usó el tiempo y la energía en conseguir lo que necesitaba. Correr, viajar, conseguir auspicios. Soportar toda la chistografía nacional - esa que se nutre con voracidad de la derrota y de la ignorancia - por sus deserciones en la Fórmula 1.

Eliseo Salazar es un ejemplo. En un país donde grandes mayorías viven entregándole sus destinos al Gobierno o a la Municipalidad - y quitándoles el crédito a ambos porque no son capaces de hacerlos felices - , este corredor de autos nos dice con su historia, con sus huesos, con su sangre, que las grandes búsquedas son personales. Personales e instransferibles. Talvez - yo no sé de esas cosas - Salazar podría estar haciendo a estas alturas una vida más tranquila. Son hartos años de pista como para haberse ido a meter a estos circuitos donde la muerte baila en los peraltes. Pero es su apuesta, es su elección, es su vida.

A fin de año, cuando los periodistas elijamos a los mejores del año, en algún premio yo voy a votar por Eliseo. No sé en cuál, pero voy a votar por él. Aunque no haya ganado ninguna carrera. porque en la vida hay otras carreras y hay otros grandes premios.


Edgardo Marín (Para el Gráfico Chile, Septiembre de 1998)